Bitácora de Experiencias
Pacha : Taller de Oficio en Cerámica 2016 - 2018
De casualidad, ponele, conocí la arcilla.
A los treinta años tocando barro por primera vez. Emergieron dos ideas: hacerlo para mí como productora y aprender el oficio para la comunidad. Recuerdo imaginarme un pibe tomando el mate cocido en la taza que él mismo se hizo.
Ahí comienza mi (una) búsqueda. Entendí que tenía que aprender el oficio de forma rápida para poder llevarlo a la comunidad. Busqué referentes, guías, educadores. Encontré de todo: la que no me quería decir donde comprar la arcilla, top secret dónde conseguir la lija 3m.
En ese entonces no estaba la pandemia, y la falsa generosidad como recurso de venta no aparecía aún. Hoy la info es más fácil de conseguir.
Seguí buscando, encontré a Caterina. Cuando le conté porqué quería aprender, se ofreció a dar clases, no solo a mí, sino para este proyecto que traía ideado, el pibe con la taza de mate cocido hecha por él. Enseñar mientras aprendía yo el oficio.
Así, rápidamente organicé, gestioné y coordiné un taller de oficio en cerámica. La biblioteca popular La randa nos abrió sus puertas en Yerba Buena. Duró 3 años, los sábados a la mañana íbamos. Fue una prueba piloto de llevar la cerámica a lo comunitario.
Necesitaba saber si era posible.
Y así fue: luego vino el barrio, el Sifón, Costanera, Habitar la Escuela pública, Casa Madre, Casa Barro...
El acceso al barro, las formas autogestivas como ese mismo barro, se comparten, se replican.
Mientras Caterina enseñaba yo aprendía un tecnicatura y buscaba referente para aprender el oficio pero no de una manera pintoresca, inaccesible, de arcilla blanca comercial traída de Buenos Aires, y hornos eléctricos. Sospechaba que si la cerámica había nacido del fuego, se podía volver ahí.
Y así, mientras avanzaba el proyecto, aprendía de hornos a leña.
El objetivo final del proyecto era construir colectivamente hornos en casa de cada participante. Generar autonomía productiva, y principalmente demostrar/me que mi sospecha era acertada.
Para eso debía aprender a hacerlo y tenerlo antes yo.
Hoy habita un condorhuasi a leña en la entrada de mi casa.
